Entenderá usted que el firmamento de la Tierra, el único que alguna vez verá, es sólo uno de trillones disponibles. Con la misma nave de la imaginación propuesta en las dos generaciones de la serie Cosmos, puede visitar cualquiera de los infinitos mundos de la tela cósmica y posarse sobre su superficie.
¿Es arbitrario recurrir a la palabra "mundos" en lugar de "planetas"? En absoluto. De hecho, es necesario. Si se implementara la segunda, se introduciría una restricción absurda, debido a los 3 requisitos que el mote requiere desde el 2006 (cuando Plutón se “degradó” a planeta enano). Muchos mundos vecinos conocidos han de desplegarse bajo cielos majestuosos. No son precisamente hipotéticos y no deben ser excluidos de la presente ponderación.
Esta concepción artística puede dar pistas de cómo puede lucir un cielo ubicado en una zona de mayor concentración estelar |
Debido a que este artículo está dirigido a sistemas vivientes que evolucionaron en tierra firme, se tomará como referencia los mundos con superficie sólida. Nótese que puede haber factores que comploten contra la buena observación del cielo, como sería el caso de un ambiente cuya atmósfera sea demasiado densa y/o turbulenta. Esos especímenes no entrarán en la nómina.
Hace más de una década quedó zanjada la cuestión de si el universo contiene mundos fuera del sistema solar. Se daba por hecho que sí, pero faltaban confirmaciones observacionales. Ahora ya son más de mil los registrados. Los números son promisorios: algunas estimaciones establecen un promedio de ocho planetas por estrella.
Comiéncese el paseo por la jurisdicción solar, de la que en definitiva se tiene mayores certezas.
Imagine posarse en cualquiera de las numerosas lunas de Júpiter o Saturno: en el destino que elija tiene a uno de estos gigantes ocupando una buena porción de la esfera celeste, quizá la cuarta parte o inclusive la mitad, según la distancia del satélite en cuestión. Muchos orbitan a su gigante gaseoso a distancias menores a las que separan a la Luna de la Tierra.
Estas menciones de cielos de comprobada existencia ejemplifican que la inventiva de la realidad supera por mucho a la resultante de la imaginación. De hecho, esa diferencia no es de grado sino de índole.
Para hacer de las dimensiones astrónomicas algo más
accesible, Ron Miller, especializado en arte espacial, con numerosas colaboraciones para Nasa y National Geographic, hizo unas ilustraciones con el objetivo de mostrar cómo se verían los demás planetas en el cielo terrestre si estuvieran a la misma distancia que la Luna.
Así adornarían el cielo Saturno y su sistema de anillos si estuvieran a la misma distancia que la Luna |
Pero, no hay que entretenerse demasiado: un universo de oportunidades acecha fuera del sistema solar.
Próxima Centauri, la estrella más cercana al sol, es la más pequeña de un sistema estelar triple. Asimismo, está más alejada de los otros dos componentes principales, Centauri A y B. Estos tienen en promedio el mismo alejamiento que el Sol y Saturno. Si hubiera un observador en la pequeña estrella de este trío, vería a cada uno de los componentes principales con magnitudes aparentes del doble que Venus en el crespúsculo.
A quien le seduzcan posibilidades de este estilo, dispone de una regla en favor: más de la mitad de los sistemas estelares estarían compuestos por dos compañeras. Se llaman sistemas binarios.
Para extender aún más el horizonte, adviértase
la ubicación del sistema solar en la Vía Láctea: es periférica, por mucho que les pese a los adeptos del estúpido provincianismo humano. Mientras más cerca de su centro, más aglutinadas se encuentran las estrellas, por efecto de la gravedad. Si se pudiera trasladar la Tierra hacia el centro galáctico, conforme se fuera acercando las constelaciones se abarrotarían cada vez más de estrellas.
Nótese la posición periférica del Sol en la Vía Láctea y la distancia que lo separa del núcleo (menos de 30.000 años luz) |
¿Y qué hay de planetas y lunas residentes en cúmulos estelares? Son aglomeraciones de estrellas y sus versiones más abundantes pueden contener varios millones. En ellos, al igual que en los dominios galácticos, hacia el centro la materia se va apretando: en estas estructuras se han observado estrellas separadas por la miserable distancia de ¡un mes luz! No debe haber muchos cielos más brillantes y plagados de incentivos visuales ¿Podrá existir la noche en esas condiciones?
La forma más luminosa y masiva de estos amontonamientos, los
cúmulos globulares, son los núcleos de antiguas galaxias que fueron engullidas por otra mayor. Es una buena explicación de por qué son tan masivos en comparación con los demás cúmulos estelares y se encuentran orbitando por fuera las respectivas galaxias que los dominan. Vaya usted a uno de ellos, estimado lector, como podría ser Omega Centauri, y tendrá a la Vía Láctea a punto de precipitarse sobre usted.
cúmulos globulares, son los núcleos de antiguas galaxias que fueron engullidas por otra mayor. Es una buena explicación de por qué son tan masivos en comparación con los demás cúmulos estelares y se encuentran orbitando por fuera las respectivas galaxias que los dominan. Vaya usted a uno de ellos, estimado lector, como podría ser Omega Centauri, y tendrá a la Vía Láctea a punto de precipitarse sobre usted.
La Tierra presenciará una vista parecida a medida que avance el proceso de choque y fusión, actualmente en curso pero de concreción distante (quizá 4 mil millones de años), entre la Vía Láctea junto a su hermana gigante, Andrómeda.
Pareciera ser un lapso en exceso remoto para la humanidad, inclusive con los más generosos pronósticos reservados para ella. Pero, quién sabe.
Si la humanidad sale del camino tormentoso que transita, sus descendientes o lo que quede presenciarán algo como esto en algunos miles de millones de años. |